Han pasado unos días desde que acabamos
el Camino. Tiempo suficiente para que el poso de los recuerdos clarifique las
ideas. Ideas que se han plasmado en
sensaciones y emociones que me ha llenado, no sólo los 14 días de rodadura con
la bicicleta, sino los días previos con una emoción intensa y ansiosa y, sobre
todo, los días (o semanas o meses) posteriores.
Han sido días con diversas emociones y
pensamientos. Una amiga me dijo que sentiría cosas diversas… alegría,
cansancio, ganas de acabar, que me preguntaría que hacía (que narices hacía).
Pues unas cosas eran ciertas y otras no.
Empezaré por lo último: En ningún momento he sentido ni la necesidad de
abandonar, ni la duda de qué estaba haciendo.
En cambio sí que me he alegrado, me he cansado
y he maldecido el tiempo. Pero en este caso otro amigo (y acompañante en el
Camino) decía: “¿Podemos evitar que caiga el agua? No…pues nada… adelante”.
Nunca había ido en bicicleta
lloviendo…pero tampoco nunca había hecho el Camino. Así que siempre hay tiempo
para hacer cosas nuevas.
He pasado horas acompañado de mis
amigos. Pero a la vez he pasado horas sólo. Pedaleando, mojándome,
esforzándome. Y sí… da tiempo para hablar contigo mismo.
También he podido ver las caras de
alegría de la gente. Todo sonrisas, todo ánimos, siempre con un “Buen Camino” a
tu “Buen Camino”. Muchas veces respuestas ininteligibles en pseudo-castellano
pronunciado por noruegos, japoneses (muchos, la mayoría mujeres), americanos,
austríacos, alemanes. Y españoles (valencianos, catalanes, castellanos,
andaluces).
Peregrinos con buenas ropas de trekking,
pero también con tejanos.
Ciclistas con bicicletas de montaña,
pero también de carretera. Nuevas y viejas. Y también con tándem (como una
pareja con su buen montón de años encima).
Mucha mujer peregrinando a solas, muchas
de ellas bien entradas en años.
Y también un grupo de peregrinos
llevando en una silla de dos ruedas a un disminuido físico.
Y un peregrino con una cotorra en una
jaula encima de su mochila.
O hasta dos perros haciendo el Camino
(con sus respectivos dueños, claro).
Ahora mismo tengo una dual sensación: la
felicidad de lo conseguido y el ansia por volver. Sí, he dicho bien… volver.
Porque no se que tiene el Camino, pero engancha.
No sé cuándo ni cómo ni desde donde:
Este año o el que viene.
A pie o bicicleta.
Acompañado o sólo.
Desde Roncesvalles (Francés), Zamora
(Sanabrés) o desde Sant Esteve Sesrovires (mi casa) pasando por Montserrat
(Catalán).
Pero todas estas opciones intentaré
hacerlas en futuro.
Esperemos que el Camino no muera antes
“de éxito”. 200.000 peregrinos llegaron a Santiago en 2.011. Y este año no será
diferente.
Para todos los que de alguna manera
seguís o habéis seguido este blog: BUEN CAMINO!!!!!
je je je... Sevilla-Astorga-Santiago, Granja de Moreruela-Ourense-Santiago-Muxia, El francés..., el francés desde Somport, El Català, el ... caminos hay muchos Alfons, pero cada cual tiene solamente UNO, vayas por aquí o por allí, recuerda sólo UNO. Qué la fuerza te acompañe!
ResponderEliminar